El lago Mari Menuco es el favorito de los neuquinos para escapar de la ciudad y refrescarse en el espejo de agua turquesa. Junto a Los Barreales, forman parte del Complejo Hidroeléctrico Cerros Colorados, una infraestructura de diques construida sobre la cuenca del río Neuquén con el objetivo de regular los caudales y abastecer de agua potable y de riego la región del valle, con la consecuente generación de energía eléctrica. En detalle: el embalse Mari Menuco suministra al 75% de la ciudad de Neuquén y a buena parte de las localidades de Centenario y Plottier. El agua que no se consume retorna al río Neuquén a través del dique compensador El Chañar y luego continúa hacia el dique Ballester, desde donde se derivan caudales para regar una de las regiones frutícolas más importantes del país. Por todo lo descripto es, cuanto menos, polémico que el gobierno provincial haya autorizado a YPF a perforar con la técnica del fracking por debajo de los lagos Mari Menuco y Los Barreales, habilitando una actividad riesgosa para “los tanques de agua” de la zona conocida como Norpatagonia.
“Los impactos del fracking no es sólo para las poblaciones que se abastecen directamente del embalse, sino también para las localidades que consumen el agua del río Neuquén”, explica Yamila del Palacio, del Observatorio Petrolero Sur (OPSur). La organización integra, junto a la Confederación Mapuche de Neuquén-Xawvnko y CELS, la Campaña Salvemos el Mari Menuco, que el pasado miércoles 10 de septiembre realizó una reunión informativa en la sede del CELS en CABA para visibilizar los riesgos de contaminación.
“Un derrame de hidrocarburos en el embalse –agrega del Palacio– podría generar impactos ambientales, sociales y económicos de gran magnitud. Esto interrumpiría el acceso al agua potable, pondría en riesgo la salud pública, comprometería el riego agrícola y afectaría profundamente los ecosistemas acuáticos. La conectividad hidrológica hace que un evento de este tipo tenga un alcance amplio y consecuencias difíciles de revertir”.
Con la publicación del decreto provincial 276/25, el gobernador Rolando Figueroa autorizó las concesiones de explotación no convencionales denominadas “La Angostura Sur I” y “La Angostura Sur II” a la empresa YPF, proyectando entre 400 y 700 perforaciones en las orillas y alrededores de los lagos Mari Menuco y Los Barreales, incluso, en el istmo que los separa.
Censura y persecución
“Las comunidades nos enteramos cuando la empresa ingresó a los territorios a querer hacer los pozos para extraer petróleo de abajo del lago La comunidad logró correr a la empresa, pero empezaron a perforar en el límite a orillas del lago, lo que es igual de grave y perjudicial”, dice Lef Nawel, werkwen de la Confederación Mapuche de Neuquén.
“No se aplicó –continúa– el derecho a la consulta a las comunidades ni el derecho a la información pública ambiental. Hemos realizado varias denuncias penales, pero la situación de censura y persecución judicial que se está viviendo contra las comunidades y organizaciones ambientales es gravísima”.
Integrantes de la Campaña Salvemos al Mari Menuco, junto al bloque provincial del Frente de Izquierda, presentaron en la Legislatura de Neuquén un proyecto de ley para derogar el decreto que habilitó el fracking en los embalses Mari Menuco y Los Barreales.
“El gobernador habilitó la contaminación del tanque de agua potable más importante de la Norpatagonia. Es necesario difundir lo que está pasando en Neuquén porque los riesgos de contaminación son enormes”, insiste Nawel.
¿Qué es el fracking?
El fracking o fractura hidráulica es una técnica que busca extraer el petróleo y el gas “atrapados” en la roca madre. Primero, se perfora de forma vertical y se atraviesan capas de agua dulce. Luego, la perforación se desvía y continúa de forma horizontal dentro de la roca donde están atrapados el gas o el petróleo.
Cuando el pozo está listo, se lo perfora con explosivos para romper la roca. Después se inyecta a altísima presión una mezcla de agua, arena y químicos para generar fracturas que liberan los hidrocarburos. Parte del líquido inyectado vuelve a la superficie mezclado con químicos y contaminantes, y se guarda en piletones o tanques. Los pozos más grandes, como los de Tecpetrol del Grupo Techint en Vaca Muerta, usan 90 millones de litros de agua en cada proceso de fractura, el equivalente a unos 3800 camiones cisternas al tope o lo que consumiría una familia en 120 años. «
Vaca Muerta: 12 años de impactos acumulados
El proyecto Vaca Muerta registra alrededor de 3000 pozos y 12 años de impactos acumulados sin políticas de resguardo ni remediación: sismicidad inducida (más de 500 en la última década), residuos mal gestionados (como el caso Comarsa), más de seis incidentes ambientales por día (derrames, fugas, incendios). Un marco de expansión preocupante, orientado a la exportación que requiere, además, la aceleración de las infraestructuras de transporte y despacho.
Para Yamila del Palacio, del Observatorio Petrolero Sur (OPSur), es el «universo de proyectos que se aprueban sin licencia social, con acuerdos entre los gobiernos y las empresas, que avanzan sobre los territorios, las poblaciones, las economías y los ecosistemas tanto de Neuquén como de Río Negro e incluso Chubut como en el caso del Oleoducto Vaca Muerta sur que el Golfo San Matías y Península Valdés”, y agrega: “No se cumple con la norma vigente en materia de declaración de generación, gestión, declaración, control técnico ni certificación de disposición final”.