Nació en la localidad de Cavanagh, al sur de la provincia de Córdoba. Hija de una empleada doméstica y un electricista, viajó para estudiar Medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se graduó en 2013 y marcó la primera generación universitaria de su familia. Se especializó en Inglaterra y volvió para ejercer en la Argentina. Su meta era volcar lo aprendido en el ámbito público. Lo logró: Analizia Astudillo es la obstetra, ginecóloga y especialista en medicina fetal que protagonizó el hito médico del nacimiento de la primera beba operada dentro del útero en el Hospital Garrahan. Un hito celebrado hasta por el Gobierno Nacional, en medio de un reclamo salarial del personal que lleva meses y que este miércoles se refleja en un nuevo paro.
“Los médicos usamos el hospital público para formarnos. Aprendemos con los pacientes más pobres. Esta es una manera de devolver y redistribuir un poco en lo que uno se convierte”, dice a diez días del nacimiento de Samira, la beba operada dentro del útero de su mamá, en la semana 27 de gestación. “Estoy en la cresta de la ola de mi carrera. Como cirujana fetal llegué al tope. Podría ser millonaria, pero elijo otra cosa. Elijo justicia social”, afirma sobre su anhelo concretado de realizar la cirugía por diagnóstico prenatal de mielomeningocele -una grave malformación congénita de la columna vertebral- en el principal hospital público pediátrico de alta complejidad del país y la región.
“Se demuestra con este tipo de cirugía que el Garrahan es un hospital público de altísimo nivel, que nos sirve a todos los argentinos para garantizar igualdad de oportunidades y por eso es tan importante defenderlo, cuidarlo y resolver el conflicto”, plantea en diálogo con Tiempo.
No es ciencia ficción
La operación que fue noticia en medio de paros y marchas en defensa del Garrahan implica anestesiar a la mamá embarazada, exteriorizar su útero sin desconectarlo, hacer una incisión de tres centímetros lo más lejos posible de la placenta, anestesiar al feto para que no sienta dolor ni se mueva y dar lugar al neurocirujano para reparar el defecto en la columna. Luego, desandar el camino: introducir el líquido amniótico que se perdió (con antibióticos), suturar, volver a colocar el útero en su lugar y dejar que el embarazo continúe, con estrictos controles.
Esa intervención fue el 9 de abril. El 15 de junio Luana Campos –mamá de la beba- rompió bolsa. Le avisó por teléfono a Astudillo –con quien se veía casi semanalmente- y fue al hospital Argerich. Allí se encontró con la obstetra, quien en plena noche de sábado de fin de semana largo pidió un Uber para ir al encuentro de su paciente. Desde allí contactó al equipo que integra en el Garrahan para activar el operativo y realizar la cesárea (que estaba programada para unos días después pero se activó por la rotura de bolsa). El resto es historia.

“Me mandaron una ambulancia y me fueron a buscar al Argerich, a la guardia del quinto piso. Por las dudas, fue también una neonatóloga. Hicimos el traslado. En el Garrahan ya esperaban desde instrumentación, anestesia, neurocirugía. Le hicimos la anestesia raquídea a la madre para que estuviera despierta. Sacamos a la beba y lo primero que hice fue mirar espalda: estaba perfecta. Se la dimos a la mamá y ahí ella dejó de ser mi paciente. Solté a ‘mi hija’. Fue una locura”, describe sobre el momento en el que realizó la cesárea de la beba que había operado cuando era un feto.
Si la familia de Samira hubiera tenido que recurrir al sector privado para una intervención semejante, hubiera necesitado unos 50 millones de pesos.
Igualdad de oportunidades
La operación intrauterina ante este tipo de diagnósticos conocidos como espina bífida implica un mejor pronóstico para el bebé porque conlleva menos necesidad de neurocirugías posteriores y porque mejora la funcionalidad motora. “Los no operados muchas veces no caminan”, contrasta la profesional.
Por estos días hay tres pacientes en evaluación con diagnósticos similares al de Samira. A partir de este caso, la opción de la operación fetal es una realidad en el sistema público argentino. Esta primera intervención –y las próximas- se hizo en colaboración con un equipo de Brasil con experiencia en estos casos. Luego, todo quedará en manos del Programa de Diagnóstico y Tratamiento Fetal del Garrahan.
“No hay especialistas en medicina fetal en el país en el sector público. La única que volvió fui yo. En Córdoba está el caso del doctor Savino Gil Pugliese, pero la paciente tuvo que ir al privado. En el Austral, el Cemic y el Hospital Italiano hay equipos fuertes, pero en el público nadie lo desarrollaba, porque se necesitaba alguien que quisiera hacerlo en las condiciones en las que se trabaja en el sector público”, señala la médica.
Su meta fue revertir esa asimetría. “No puede haber una medicina para ricos y otra para pobres. Hay que ir a un sistema de salud público fuerte que pueda garantizar una salud fuerte a toda la población. Y ni hablar si se trata de niños. No hacemos cirugías estéticas: hablamos de la diferencia entre que un chico camine o no”, remarca.

A futuro
Tras estudiar Medicina en la UBA, Astudillo hizo su residencia en el Hospital de Clínicas (donde además fue jefa de residentes), estudió dos años en Inglaterra, uno en España y cursó la Maestría en Salud Pública en la UBA.
En Inglaterra se formó con Kypros Nicolaides, referente mundial en medicina fetal. “Es griego y maneja la salud fetal del Reino Unido. Desde 1998 pide autorización al gobierno de allá para formar gente de distintos lugares del mundo y que vuelva a sus países a desarrollar la salud fetal”, cuenta. Ella siguió esos pasos. Pero destaca que, más allá de su especialidad, la clave para el éxito de la operación intrauterina de Samira fue el equipo interdisciplinario de profesionales con el que cuenta su hospital.
Además de atender casos de espina bífida, el equipo de salud fetal del Garrahan hace intervenciones de drenaje de líquidos y otros procedimientos mínimamente invasivos. “Nos falta un aparato llamado fetoscopio para la separación de la placenta en embarazos gemelares complicados; se usa también en pacientes con hernias diafragmáticas congénitas para que el pulmón se desarrolle. No tenerlo nos limita de ofrecer más tratamientos –advierte- El fetoscopio en el sector privado está”.
Para complementar su trabajo como médica de planta en el Garrahan, por una cuestión económica atiende una vez por semana en un consultorio en Puerto Madero. “Me pagan por hacer ecografías 4D y 5D. Nada que ver con lo que hacemos en el hospital”, compara.
Después de haber llegado a la “cresta de la ola” como cirujana fetal, piensa en un futuro que le permita desarrollar un programa de medicina materno fetal nacional federal. “Si bien no siento que tenga que haber la misma complejidad que la del Garrahan en todas las provincias, sí tiene que haber un programa nacional de detección en todos lados igual de bueno. No puede haber tanta asimetría en el diagnóstico prenatal”, remarca. “No puede ser que si naciste en una provincia tengas acceso a lo mejor y en otra te mueras”, insiste con una mirada que va en sentido contrario a la provincialización de la salud que propone el Gobierno Nacional.
Aplaudida y reconocida por el hito que acaba de protagonizar, la cirujana fetal formada con el referente mundial del tema alerta: “Están precarizando a lo más alto que hay intelectualmente en el país. ¿Qué queda para el resto? Demostramos con trabajo y activamente que nunca se abandona a un paciente. Por más que no nos paguen bien, jamás dejamos de atender. Tiene que haber algún tipo de reconocimiento a todos los que lo hacemos, desde residentes hasta el tope”.