Peppe Pagano creció en Casal di Príncipe, comuna de la sureña región de la Campania en Italia, dominada por las antiguas ruinas del Imperio Romano y por los clanes criminales. En este municipio a 25 kilómetros de Nápoles caer en la mafia, sumarse a sus filas, era el destino más común para la población. Las calles y los negocios eran de La Camorra. Dueños del territorio y de la expectativa de ascenso social.
Como tantos otros, Peppe lo sufrió de cerca: a su tío Nicola Caterino lo asesinaron con apenas cinco años. “Teníamos ídolos no positivos”, grafica sobre ese momento de su vida. Hoy, a los 48, es uno de los siete referentes de un consorcio de cooperativas que promueve el desarrollo de este sector. Dice que él formó parte de entre diez y 15 empresas de gestión asociativa desde que creó la primera junto a su mamá Úrsula y Silvia, una de sus dos hermanas. Algunos de estos proyectos colectivos se constituyeron en casas o terrenos confiscados a la mafia, una ley vigente en Italia desde 1996 que un grupo de dirigentes de Argentina pide tomar como modelo.

Foto: Pedro Pérez
“Para ustedes subsistir y hacer es un modo, no lo hacen por miedo. Somos un poco envidiosos de eso”, dice Pagano en su visita al país, la primera vez que pisa un suelo no europeo. Celeste Romero -presidenta de la Asociación Civil Acción Colectiva, organización conformada por profesionales de salud mental- oficia de traductora gracias a los tres años que vivió en Italia. Peppe casi no habla español, pero no es una barrera para transmitir y difundir su experiencia: una historia que combina inclusión laboral, construcción comunitaria y una narrativa de esperanza para, como dice él, derrotar al miedo.
Ni el silencio ni la muerte: Peppe impulsa la participación para recuperar el territorio y trabajar los problemas de los otros como si fueran los propios. Es lo que hace como cofundador y vicepresidente del restorán Nuova Cucina Organizzata (NCO), un proyecto social nacido en 2007 que resiste a la mafia desde su propio nombre al resignificar el acrónimo del clan Nuova Camorra Organizzata, fundado y liderado por el capo Raffaele Cutolo.
“Este tiempo también es el resultado de cómo nosotros no cultivamos la democracia y la participación.“
El cooperativismo y la comunidad
Nacida en 2007, la novedosa pizzería integra un largo listado de experiencias sociales que emplean a trabajadores desfavorecidos, concepto establecido en la que se conoce como Ley 381 de Italia para la inserción laboral de personas con discapacidad, problemas delictivos o de salud mental. La iniciativa marcó un punto de inflexión para el sector desde su aprobación en 1991 y se convirtió en una referencia legislativa para toda la economía social.
“En el mundo de la cooperación aprendí que podía ocuparme directamente de un paciente, una persona con discapacidad o un alumno en la escuela, intentar que esté mejor y punto. Pero lo importante es cómo después lo ve y recibe la comunidad. Por eso, lo central es enfocarse en lo comunitario y no tanto en la persona”, marca Peppe, que hace unos años también trabaja como docente.

Y acota que un modelo dictatorial es «más sencillo» que uno democrático: «Cuando se viven tantas dificultades, hay necesidad de soñar. Generalmente las dictaduras te llenan de sueños hacia adelante. Arremangarse, razonar con otros, entenderse y luego trabajar es más difícil. Encontrar soluciones compartidas con otros es muy difícil. Paradójicamente cuando una democracia es verdaderamente fuerte no tiene necesidad de leyes tan estrictas, de lugares tan recluidos y mucho menos de violencias. Las violencias existen cuando las democracias son débiles y hoy estamos viviendo eso. Este tiempo también es el resultado de cómo nosotros no cultivamos la democracia y la participación. La democracia no es delegar, es hacer. Pero no en el modo mío, sino encontrar soluciones compartidas. Sin eso, no hay democracia».
En su caso, fue su madre la que evitó la tentación de alistarse en la red criminal. “Si de pequeño me preguntaban qué quería ser, decía mafioso. Mi mamá decidió que tenía que cambiar de ambiente, porque sabía cómo terminaba: me mataban o terminaba haciendo mal a otros. Entonces me dijo que antes de eso, me mataba ella”, recuerda. El paso siguiente fue la incursión en la vida parroquial, donde empezó a conocer formas distintas a las de su infancia rodeada de delitos: “Sin saberlo, personas como los catequistas muchas veces le cambian la vida a quienes están a su alrededor. A través de esos ejemplos me empecé a acercar al mundo de las cooperativas sociales”.

Confiscarle a la mafia para dárselo a la sociedad
En toda Italia hay más de 16 mil bienes confiscados a la mafia y luego entregados a la sociedad civil para proyectos sociales y productivos. Las experiencias colectivas que surgieron en las propiedades antes controladas por La Camorra también contagiaron la idea de unirse. “Nuestro bien restituido y la actividad que hacíamos se volvió un lugar de protección para otras luchas que pedían acompañamiento”, detalla Peppe.
Y aporta un ejemplo: los productores de leche de búfala de la zona -reconocida por su calidad con el sello de Denominación de Origen Protegida (DOP)- les pidieron ayuda cuando el gobierno empezó un plan para erradicar enfermedades infecciosas en animales, como la brucelosis y la tuberculosis. Los ganaderos lo denunciaron como una matanza masiva que puso en riesgo la supervivencia de las granjas, sin haber confirmación de que realmente estuviesen infectadas. Fue el origen de la campaña Salviamo le bufale, convertido en lema y movimiento.

Sus primeras asambleas se hicieron en algunos de los espacios que estaban en manos de las cooperativas. “En los diarios hacían hipótesis y decían que seguramente teníamos inversiones porque no se explicaban por qué teníamos interés en esa lucha”, cuenta Peppe sobre la alianza generada para defender la industria de esta muzzarella singular del sur itálico. “La verdadera victoria fue que todos ellos empezaron a estar juntos y a habituarse que tenían que colaborar”, sintetiza.
Comida, cultura y territorio también se combinaron en “Pacco a la Camorra”, un juego de palabras que significa algo así como una estafa al crimen organizado. Surgida en NCO, propone una canasta de productos elaborados en distintas tierras recuperadas de la mafia. Cada año fue creciendo en volumen y calidad: “Todos nos llamaron para agradecer porque en este proyecto veían un poco de esperanza”.

Foto: Pedro Pérez