Tiempo Argentino celebra 500 números cooperativos. No es solo una cifra: es un abrazo colectivo, una conquista hecha con las manos, la cabeza y el corazón de quienes resistieron para existir. En un ecosistema mediático marcado por la concentración, la precarización y la obediencia a intereses ajenos al derecho a la información, el diario eligió un camino improbable y luminoso: empezar de nuevo, juntos. Lo que nació de la urgencia se volvió un destino compartido, sostenido por la convicción profunda de que la dignidad no se negocia. Cada ejemplar que llegó a los kioscos de canillitas, cada nota, cada asamblea interna, cada decisión, cada diferencia pero especialmente cada consenso forman parte de una historia que se construye como se erigen los proyectos importantes: con dudas pero con ilusión, con valentía y con un enorme trabajo en la organización colectiva.
Tiempo es mucho más que un medio. Es una comunidad que late alrededor: organizaciones sociales, sindicatos, universidades, lectores y lectoras que pusieron el cuerpo cuando todo era incertidumbre; que sostuvieron cuando parecía imposible; que entendieron, desde el primer día, que sin voces críticas no hay ciudadanía plena.
Llegar hasta acá es una celebración íntima y pública a la vez. Es la prueba viva de que se puede hacer periodismo autogestivo sin resignar calidad; que se puede defender la palabra escrita aun bajo hostilidad; de que se puede seguir apostando al oficio incluso cuando la prensa enfrenta los ataques más duros en décadas.
El futuro será tan desafiante como el camino ya transitado. Argentina necesita, más que nunca, medios que acompañen la construcción de un país con trabajo digno, con educación y salud públicas, con derechos garantizados y un horizonte inclusivo, para todos y todas.
En tiempos de concentración, pauperización, fake news y algoritmos, cada edición recuperada es la celebración de una forma de producción posible, centrada lo común, con los valores de la economía social y con la promesa de que seguimos acá, escribiendo juntos el país que queremos. Por muchas ediciones más. Siempre y por siempre, ¡gracias! «