Tras caer un 35% en lo que va de 2025, el sector pesquero termina el año buscando salir a flote


El último estimador mensual de la actividad económica (EMAE) publicado por el INDEC corresponde a agosto y allí se marca que la industria pesquera tuvo un aumento del 0,8%, y del 4,3% interanual. Sin embargo, ese mes no es representativo, no solo por la leve suba sino porque no es un período de alto nivel de capturas. En cambio, la caída interanual del 85,7% en julio demuestra la real magnitud de la crisis en plena temporada.

Si se toma el período de enero a agosto de 2025, el índice de producción industrial pesquero (IPIP) acumuló una caída del 21,1% interanual, el más bajo en una década, impulsado sobre todo por el descenso en la pesca marítima (28,0%), y en particular por la baja en los desembarques de especies clave como el langostino.

Pero la evolución negativa es multicausal, se acumulan factores como la presión a la baja de los precios internacionales, cautela y retracción de la demanda local y externa, aumento de costos internos y de exportación. Fuentes de la industria confirman pérdidas por no salir a faena por más de US$200 millones en exportaciones en el primer semestre y la afectación de 5.000 puestos de trabajo en riesgo, sobre todo por el cierre de empresas en Mar del Plata y las suspensiones en todos los puertos.

En esta línea, a lo largo del año se fue profundizando la inestabilidad laboral por la caída de la actividad y la conflictividad extendida entre sindicatos (como el SOMU y el SIMAPE) y los empresarios pesqueros debido a la baja rentabilidad del sector, que provocó paralizaciones de flotas, pérdidas económicas y unos 700 despidos de asalariados registrados según datos del SIPA.

Las principales tensiones giran en torno a desacuerdos salariales, con las empresas buscando ajustes que los gremios rechazan por considerarlos una reducción encubierta de sus ingresos. De hecho, tras la firma del acuerdo para la temporada 2025/2026 que reanudó la actividad de la flota tangonera congeladora, zarparon los primeros buques para la pesca del marisco. De ese modo quedó establecido que hasta el 70% del salario percibido sea considerado como no remunerativo hasta su inclusión total en marzo del año entrante. A fines de octubre se llegó a otro acuerdo firmado por todos los gremios, que fija un precio inicial de $1.250 por kilo de langostino en banquina de Puerto Rawson, Chubut con un aumento automático a $1.300 a partir de enero de 2026.

A esta situación se suma la preocupación por medidas nacionales que podrían afectar la competitividad y el empleo, como la flexibilización del cabotaje marítimo para buques extranjeros que habilita el Decreto 340/2025, y los contratos individuales entre empresas y trabajadores que desafían la negociación colectiva.

Tras caer un 35% en lo que va de 2025, el sector pesquero termina el año buscando salir a flote

La salida exportadora es crucial

La actividad pesquera es compleja, aún en tiempos de aguas calmas, porque se habla de la pesca, como del campo, pero hay mucha diversidad en el sector. Existe la pesca marítima y la continental, la fresquera y la congeladora, también la artesanal y cada vez cobra más importancia la acuicultura. No todo es lo mismo, y como en otros rubros la escala es fundamental.

Entre el 75% y el 90% de la producción pesquera argentina se exporta y el resto se destina a un mercado interno que culturalmente tiene un bajo consumo, con menos de 5 kilos por habitante por año, lo que representa un cuarto del promedio mundial.

La enorme extensión de costa marítima propia en el Atlántico y los innumerables ríos interiores son una gigantesca fuente de alimento a la que la mayoría de la población no incluye en su dieta. Del lado del Pacífico, Chile no sólo aprovecha sus recursos para el consumo interno, sino que también figura en lo alto de los países exportadores.

Por eso en la Argentina el sector está enfocado en la exportación de productos de alto valor como el langostino, que esta campaña logró capturar solo 77.000 toneladas, por un inicio de zafra tardío debido a demandas gremiales y un cierre precipitado por la presencia de juveniles de merluza. Además, existe un bajo grado de elaboración industrial y de subproductos derivados de todas las especies, por lo que se pierde la posibilidad de agregado de valor con trabajo local antes del embarque al extranjero.

El último informe de coyuntura presentado por la SAGyP en septiembre indica desembarques acumulados al 30 de septiembre de 651.492 toneladas, lo que implica apenas 1% más que en igual período del año anterior. Sin embargo, en el desagregado por especie hubo mermas muy fuertes en anchoita (-52%), langostino (-20,7%), vieira patagónica (-19,8%) y merluza hubbsi en el Golfo San Matías (-16,8%).

En términos absolutos por volumen, el puerto de Mar del Plata acumuló el mayor tonelaje capturado sobre el total, seguido por Puerto Madryn y Rawson. En relación a las exportaciones, el acumulado en el mismo período de 2025 totaliza 429.629 toneladas por US$1.494 millones, 2,8% más en cantidad y 0,8% menos en monto comparados con igual lapso del año pasado.

Los tres principales mercados por volumen son China, España y Tailandia, mientras que en los destinos por monto en dólares coinciden los dos primeros y se suma Estados Unidos. La caída en el precio de uno de los principales productos de exportación, el langostino salvaje, debido no sólo a su sobrecaptura sino a la aparición de otras especies de menor calidad, pero más económicas como la vannamei, tuvo un alto impacto: pasó de US$12 a apenas US$5 por kilogramo en un año. Las ventas al exterior de calamar Illex y merluza negra compensan en parte este bajón a nivel nacional.



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