La historia de nuestro país está atravesada por las luchas, resistencias y heridas abiertas de los pueblos originarios. El genocidio indígena en Argentina no es solo una marca del pasado, sino una continuidad que llega hasta nuestros días, en territorios, cuerpos y memorias.
La masacre de Napalpí, en 1924, fue uno de esos hechos silenciados durante décadas, en los que se ejecutó la violencia estatal más cruda sobre las comunidades qom y moqoit. Hoy, casi cien años después, ese horror vuelve a ser nombrado, visibilizado y denunciado, a través de las voces de quienes llevan adelante el trabajo de reconstrucción histórica, de justicia simbólica y de transmisión a las nuevas generaciones.
En ese camino de memoria, un documental realizado por la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) recupera de manera sentida y colectiva los hechos ocurridos el 19 de julio de 1924, cuando alrededor de 130 personas —entre ellas mujeres, niños y ancianos— fueron asesinadas por la policía del Territorio Nacional del Chaco y civiles armados.
El ataque fue ordenado por las autoridades nacionales como respuesta a una huelga pacífica por mejores condiciones de vida, alimentación y trato digno en las reducciones indígenas. Las víctimas, pertenecientes principalmente a los pueblos qom y moqoit, habían decidido no entregar más trabajo esclavo en los obrajes, ni aceptar el régimen colonial al que eran sometidos.
Aquel día, la comunidad fue rodeada, ametrallada desde el aire y desde tierra, asesinada sin piedad. Quienes sobrevivieron, muchos con heridas profundas, fueron perseguidos, silenciados, e incluso obligados a cavar fosas comunes para enterrar a sus propios familiares.

Durante casi un siglo, esa masacre quedó ausente de los libros, los relatos oficiales y la historia escolar. Solo las comunidades mantuvieron viva la memoria a través de la oralidad y la transmisión cultural.
Por eso, la realización del juicio por la verdad en 2022 marcó un hito histórico: el Estado argentino, por primera vez, reconoció judicialmente la masacre de Napalpí como crimen de lesa humanidad.
No se trató de un proceso penal con condenados, ya que los responsables habían fallecido, pero sí de una sentencia reparadora. El fallo reconoció que los pueblos indígenas fueron víctimas de una política sistemática de exterminio y que los hechos de 1924 deben ser considerados como parte de un genocidio.
El documental impulsado por la UNNE —universidad pública y regional con presencia en las provincias de Chaco y Corrientes— pone en el centro a las propias comunidades indígenas como productoras de memoria.
La UNNE, por su carácter territorial y su compromiso con los derechos humanos, promueve un modo de investigar, registrar y narrar que parte del diálogo con los saberes ancestrales y el acompañamiento respetuoso a las voces indígenas.
El documental sobre Napalpí

Adriana Luján, coordinadora del Programa Pueblos Indígenas de la UNNE, explica el origen y propósito de la producción:
«Con motivo de la conmemoración de los 100 años de la masacre y los dos años del juicio por la verdad, creímos conveniente elaborar un material desde la Universidad que sea pedagógico y didáctico, para la circulación en ámbitos académicos, tanto institutos terciarios como universidades. La propuesta surge desde la coordinación del programa y el área de comunicación institucional, con un equipo que trabajó durante más de cinco meses en entrevistas a protagonistas del proceso de construcción de memoria y actores claves del juicio.
Este documental no solo recoge testimonios de quienes conocieron los hechos y participaron del juicio, sino que también pone en diálogo los aportes de docentes e investigadores que reconstruyeron quiénes fueron los actores del sistema de opresión sufrido por las comunidades indígenas», apuntó Luján.
En el mismo sentido, continuó: «Entendemos que este audiovisual aporta a las medidas de reparación ordenadas en la sentencia, que incluyen la incorporación del tema en los diseños curriculares nacionales de todos los niveles. En Chaco ya se venían generando materiales para primaria, pero con este documental apuntamos a niveles secundarios, terciarios y universitarios, sumando un recurso más para construir memoria colectiva».
«Como universidad regional, con presencia en Chaco y Corrientes, creemos que este material tiene un valor cultural muy valioso, para que las comunidades se apropien de su historia, acompañando los relatos orales de sobrevivientes y sirviendo como memoria para sus descendientes. Desde la UNNE llevamos a la acción nuestro compromiso social y continuaremos difundiendo el documental en escuelas y comunidades», finalizó.

Gabriela Bissaro, coordinadora de la Universidad Nacional del Nordeste, destacó: «Decidimos hacer este documental para dejar testimonio del aporte de la Universidad en la investigación y el juicio por la verdad. Combina voces de investigadoras, testimonios de la querella y descendientes de pobladores de Napalpí».
«Le dimos también una mirada estética local, con poesía e ilustraciones hechas por artistas de la región, y un título que toma un poema de una referente indígena», completó Bissaro.
El documental se estrenó el 28 de noviembre del año pasado, en el Centro Cultural Guido Miranda, en Resistencia, y luego en Colonia Aborigen, lugar de la masacre. Está disponible en YouTube para que cualquiera pueda acceder.
Esto cumple con la sentencia que insta a las instituciones públicas a mantener viva la memoria y producir contenido que visibilice lo que pasó.
«Queremos que el documental sea un recurso abierto para escuelas, museos y espacios culturales, que ayude a conocer la verdad y a reflexionar sobre este capítulo doloroso de nuestra historia», afirmó Bissaro.
Desde este viernes 18 de julio, el documental podrá verse en el canal oficial de la Universidad Nacional del Nordeste, ampliando así su alcance y permitiendo que más personas accedan a esta memoria indispensable.
Estos testimonios centrales de Adriana y Gabriela muestran la vitalidad y compromiso de la UNNE como actor público y regional, que une investigación, docencia y extensión en un trabajo colaborativo con las comunidades originarias. El documental es una herramienta concreta para hacer presente la memoria en la educación, la cultura y la vida cotidiana, y un aporte indispensable para que esta historia deje de ser silenciada.
La masacre de Napalpí no puede quedar como un hecho aislado en la historia. Es una herida que nos obliga a pensar el presente, el racismo estructural, la desigualdad territorial, la negación de derechos y saberes. Es también un llamado a transformar los modos en que nos vinculamos como sociedad, reconociendo la dignidad, la historia y los reclamos legítimos de los pueblos originarios.
El documental «La larga noche de la mañana de Napalpí»